Esta pintora valenciana se autodefine como expresionista. Desde pequeña ha destacado como artista. Para ella "la mayor felicidad es poder escribir o pintar un cuadro". Su inspiración artística comenzó con sus estudios de "Decoración". Tiene el título de "Ayudante Técnico Sanitario" y más tarde continuó su formación artística en "Restauración".
Sus colores y tonalidades preferidos son azules y blancos, que le transmiten "tranquilidad". La evolución de la pintura ha sido marcada por un libro de gran relevancia: Vasili Kandinsky: de lo espiritual al arte.
Pintar es una necesidad que emerge del interior. La pintura de Marichu Sustaeta demuestra este movimiento anímico: pinta lo que hace de su interior y orna el contenido representativo por su deseo de expresarse en enigmas que potencian la intrínseca de cada elemento. "Después de pintar medito acerca del significado que mis manos han transmitido a través del pincel sobre la tela –afirma-, leyendo mis pensamientos es como franqueo los límites de la imaginación al contexto fehaciente de la representación".
Estos son algunos de los escritos sobre su obra.
Colores, líneas, formas…, obras semiabstractas y enormemente cautivadoras descubrimos ante una pintura de Marichu Sustaeta. La sencillez de la composición irradia belleza, y la libertad de la pincelada propicia una sensación sugestiva.
Del mismo modo, sus figuras planas, caprichosas, en ocasiones ilimitadas y de seguro sin relación con el mundo tangible, confluyen sobre los cielos y emergen sobre un asiento imaginario con serena elegancia.
La importancia simbólica del perfil y la línea conforman un ritual sutil y meditativo de savia artística que quizás, como Klee, pretende sacar a pasear la línea.
Estos son algunos de los escritos sobre su obra.
Colores, líneas, formas…, obras semiabstractas y enormemente cautivadoras descubrimos ante una pintura de Marichu Sustaeta. La sencillez de la composición irradia belleza, y la libertad de la pincelada propicia una sensación sugestiva.
Del mismo modo, sus figuras planas, caprichosas, en ocasiones ilimitadas y de seguro sin relación con el mundo tangible, confluyen sobre los cielos y emergen sobre un asiento imaginario con serena elegancia.
La importancia simbólica del perfil y la línea conforman un ritual sutil y meditativo de savia artística que quizás, como Klee, pretende sacar a pasear la línea.
Beatriz Vázquez
Redactora Jefe de ARS VALENTIA
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